Hostigamiento, agresiones, detenciones, amenazas y allanamientos. Quienes ejercen una labor en pro de este pilar de la democracia lo han vivido casi todo.
Desde su regreso al poder, Daniel Ortega seleccionó con claridad a quienes consideraría sus enemigos. La libertad de prensa es uno de ellos. Los constantes ataques en contra del periodismo y las limitantes (jurídicas y de facto) para el acceso a la información lo demuestran, con la única pretensión de silenciar las voces disidentes y la verdad tras el telón.
Hostigamiento, agresiones, detenciones, amenazas y allanamientos. Quienes ejercen una labor en pro de este pilar de la democracia lo han vivido casi todo.
En pleno año electoral, la labor de las y los periodistas, defensores de la libertad de expresión y prensa, artistas, activistas y escritores se vuelve más compleja, una situación que ha colocado a Nicaragua en el puesto número 121 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa en 2021, índice elaborado por la organización Reporteros Sin Fronteras, argumentando que en el país “la prensa independiente vive una auténtica pesadilla”.
A esta aseveración se debe agregar la falta de condiciones mínimas para ejercer cualquier forma de expresión o información, situación que ha empeorado con la aprobación de diversas leyes que buscan limitar aún más los derechos constitucionales de la ciudadanía, del gremio periodístico y de la sociedad civil.
Esta ola de agresiones y legislaciones en contra de la libertad de expresión y prensa tiene un efecto devastador para las libertades públicas en Nicaragua. A la fecha, organizaciones como PEN Nicaragua y la Fundación Violeta Barrios de Chamorro clausuraron sus operaciones debido a la ya vigente Ley de Agentes Extranjeros, instrumento utilizado por el Gobierno para vigilar el accionar de la sociedad civil del país, y para complicar aún más la labor periodística independiente.
Este desborde de violencia y represión, que para muchos opositores muestra el temor de la familia presidencial ante los comicios de noviembre, en realidad eleva las señales de alerta para los organismos internacionales que siguen trabajando en pro de las libertades públicas en el país, convirtiéndose también en el indicio de lo que se avecina.
Sin dejar a un lado las adversidades y riesgos que implica hacer periodismo en Nicaragua, el gremio, encabezado en su mayoría por medios independientes y jóvenes que ejercen la profesión, hace un llamado a todos los sectores del país, incluidos los bloques opositores al Gobierno de Daniel Ortega, para que su trabajo sea respetado, exigiendo a su vez el cumplimiento de la Ley de Acceso a la Información, y con una meta definida: informar sobre el complejo proceso electoral, cubriendo los diversos ángulos que definirán el porvenir del país.
Se desconocen las condiciones bajo las que se podrían dar los comicios de noviembre, pero el gremio periodístico ya tiene preparada “la jugada” para cubrir el año que promete ser el más importante de la historia reciente.
Es de vital importancia que la ciudadanía entienda el valor tan alto que tiene el trabajo periodístico, más hoy, cuando se inicia a cincelar la última oportunidad que tendrá el país para decidir su realidad. Las y los periodistas estamos comprometidos con un cambio rotundo, desde la llamada "trinchera de la información".